De acuerdo con Google, más de una persona se ha preguntado por qué siente “un susto” en el corazón. Este órgano, como muchos otros del cuerpo humano, puede llegar a resentir aquellas experiencias que surgen del cerebro, lo que más allá de las palpitaciones, puede tener un costo a largo plazo.
Este 29 de septiembre, en el Día Mundial del Corazón, fecha creada para crear conciencia global sobre las enfermedades cardiovasculares (una de las principales causas de muerte en México y el resto del mundo), vale la pena recordar que, cuidar de él, va mucho más allá de una correcta alimentación.

Estrés, depresión y ansiedad: una triada letal para el corazón
Las emociones pueden desencadenar una serie de reacciones fisiológicas que, por años, nos mantuvieron con vida: el miedo, estrés y ansiedad activan la respuesta de lucha o huida. Uno de los efectos más inmediatos y evidentes es el aumento de frecuencia cardíaca debido a la adrenalina.
En este periodo, el corazón se ve obligado a bombear más sangre oxigenada a los músculos y al cerebro, lo que a su vez acelera la respiración e incrementa la tensión arterial, como señala Harvard Health.
Si bien esta respuesta puede ser útil, el estrés crónico la puede transformar en una normalidad con efectos adversos sobre la salud cardiovascular ya que no viene solo, usualmente llega acompañado de ansiedad y depresión.
Algunos estudios sugieren que el estrés podría ser uno de los principales factores de riesgo de las enfermedades cardiacas, compartiendo espacio en la lisco con una dieta poco saludable, la inactividad física, el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol y la obesidad, como reporta la revista Yale Medicine.

El problema con el estrés va más allá de las palpitaciones aceleradas o el vuelco en el corazón que llega a detonar una dosis de adrenalina. De acuerdo con las investigaciones, puede contribuir a la inflamación en el cuerpo, lo que fomenta un aumento de la acumulación de placa en las arterias.
Los niveles elevados prolongados de cortisol, otra hormona del estrés, también aumentan la presión arterial , así como el azúcar en sangre, el colesterol y los triglicéridos.
A largo plazo, la exposición continua a la ansiedad, depresión y/o estrés puede alterar la estructura y función del corazón, lo que incrementa las probabilidades de desarrollar problemas cardiovasculares graves como hipertensión, insuficiencia cardíaca y arritmias.
Esto explica porqué quienes viven con estrés crónico llegan a experimentar dolor en el pecho, latidos irregulares, dificultad para respirar. De hecho, un estudio publicado en The Lancet demostró que las personas que reportaron alto estrés, antecedentes de depresión y otros factores psicosociales tenían 2. 5 más probabilidades de sufrir un infarto que quienes tenían bajo estrés o no tenían antecedentes de depresión.
El síndrome de corazón roto
El corazón es una potente máquina afinada: late tres mil millones de veces durante la vida, bombeando entre 5 y 6 litros de sangre por minuto. Sin embargo, sus propios límites lo hacen propenso a daños que no necesariamente ocurren tras una lesión física.
Un siglo atrás, el científico Karl Pearson notó algo peculiar: los maridos y las esposas a menudo morían con un año de diferencia. Con el tiempo se descubrió que, más allá de algo anecdótico, podía existir una relación comprobable.
El síndrome del corazón roto, también conocido como miocardiopatía por estrés o síndrome de Takotsubo, fue descubierto a principios de la década de 1990, luego de que el Dr. Hikaru Sato y sus colegas revisaran las ventriculografías izquierdas (imágenes de una de las cavidades del corazón) de pacientes con síndrome coronario agudo.

El médico observó un patrón único: se trataba de abombamiento en la zona, que se asemejaba a una trampa para pulpos tradicional japonesa llamada "takotsubo", como explica el European Heart Journal.
Con el tiempo se fue sumando evidencia de que el peculiar daño detectado en el corazón estaba relacionado con un estrés emocional o físico grave mediante.
Un artículo publicado en la revista Circulation revela que este padecimiento suele presentarse principalmente en mujeres mayores que se encuentran bajo estrés muy alto, como fue el caso de quienes vivían cerca del epicentro del terremoto de 6.8 grados ocurrido en 2004 en Niigata, Japón.
Cuando se presenta este trastorno, el ventrículo izquierdo deja de funcionar bien temporalmente y aunque los síntomas se parecen a los de un infarto, no hay obstrucción en las arterias coronarias.

Estrategias para proteger tu corazón emocional
Dado que las emociones tienen un impacto directo en la salud del corazón, es crucial adoptar estrategias que ayuden a reducir el estrés y fomentar las emociones positivas.
Ejercicio físico regular
El ejercicio es un excelente regulador del estrés. Ayuda a reducir los niveles de cortisol y promueve la liberación de endorfinas, neurotransmisores que favorecen el bienestar general y la salud del corazón.
Practicar técnicas de relajación
La meditación, el yoga y la respiración profunda son herramientas eficaces para reducir el estrés y la ansiedad, ayudando a disminuir la activación del sistema nervioso autónomo y favoreciendo un corazón más relajado.
Fomentar relaciones afectivas saludables
Las relaciones basadas en el apoyo emocional y el amor tienen un efecto protector sobre el corazón. Estar rodeado de seres queridos puede reducir el estrés y mejorar la salud emocional.
Atender a la salud mental
Buscar ayuda profesional si experimentas ansiedad, estrés o emociones negativas persistentes es fundamental para prevenir problemas a largo plazo. La intervención temprana puede ser crucial para mantener la salud cardíaca.
LHM