Ciudad de México /
La fantasía, la ciencia ficción y el horror predominan en los relatos de Soñarán en el jardín, libro de Gabriela Damián (México, 1979) que publica Alfaguara.
En entrevista con MILENIO, la autora revela la historia detrás de estos 12 cuentos escritos a lo largo de 10 años donde muestra su preocupación por la violencia, el abuso sexual, los feminicidios, el duelo y hasta el futuro de la humanidad.
El origen de Soñarán en el jardín
¿Cómo nacieron estos relatos?
De alguna manera son varios planetitas orbitando alrededor de un par de preocupaciones y que expresan esa órbita en diferentes géneros como el horror, la ciencia ficción o lo fantástico. Todos estos cuentos fueron publicados anteriormente en antologías, en revistas, como suele ocurrir con las obras de quienes escribimos “imaginación fantástica”, y que van encontrando su camino en fanzines, publicaciones independientes. Me da mucha alegría que ahora estén reunidos en este libro.
¿Qué preocupaciones expresas en ellos?
La escritura del cuento Soñarán en el jardín fue muy consciente de lo que quería, un relato en el que se aborda el tema de los feminicidios, y no quiero hacerlo desde lo distópico o desde la realidad que ya conocemos a través de las noticias. Quiero ofrecer otra posibilidad de futuro para esa situación, pero también me di cuenta en retrospectiva con los otros cuentos más viejitos, por así decirlo, que ya estaba esa preocupación, pero estaba elaborada de otra manera.
¿Qué encuentras en el horror, por ejemplo?
El libro empieza con un cuento que aborda el abuso dentro de la familia, y me parece que el horror es muy efectivo para describir esa experiencia y contiene eso, mucho miedo, violencia, y me gustaba la idea de que la trayectoria fuera desde ahí y que se decantara hacia lo utópico y que fuera como un escape de esa situación. O el segundo cuento sobre unas monjas; me encanta explorar esos futuros perdidos en el pasado.
¿Qué te permite la literatura especulativa o de la imaginación de estos géneros?
Muchísima libertad creativa y disfrute a la hora de estar en el proceso, que ahora es muy importante para los artistas en general en tiempos de una forzosa inclusión de la inteligencia artificial como promesa creativa para toda la humanidad. El proceso adquiere una importancia inusitada y disfruto muchísimo a la hora de crear estas historias imaginativas por la libertad y por el juego que implican.

¿Te permite desconfigurar estructuras?
Es una vocación experimental que valoro muchísimo como autora y sí, jugar, de poner en crisis nuestra relación con el tiempo y con la realidad. Esa es otra cosa que dan estos géneros y para mí es la semilla de la imaginación política, al extrapolar estas posibilidades de futuro, al tener la intención de construir futuros distintos, también estamos produciendo realidades posibles, un presente en donde nos estamos cuestionando de qué otra manera podemos vivir o qué es lo que tendríamos que hacer para llegar a ese lugar que imaginamos. Por eso y muchas cosas me encanta escribir en este registro.
¿Qué te permiten estos géneros?
La imaginación fantástica nos permite abrir la visión hacia otros horizontes porque efectivamente mira la realidad de una forma lateral y que no nos abrume el horror de esa realidad sino que digamos “qué hacemos”. Y podamos pensar con mayor tranquilidad en esas estrategias que nacen del deseo y que no brotan de la rabia, que no nacen de la impotencia o de la parálisis que nos provoca la inundación de la desolación y la desesperanza de la realidad abrumadora y aplastante que muchas veces nos hace impotentes.
¿Cuál es tu intención con estos cuentos?
Que enfrentemos estas cosas tan duras que cotidianamente nos golpean en el ánimo y en la capacidad para sobrellevarlo y hacer algo al respecto. En un cuento urdido con cuidado, que pone cuidado en sus personajes, que los revela de forma afectuosa y que intenta establecer esa forma de afecto también entre los lectores, se puede generar una conversación de cambiar la realidad porque es una promesa de un futuro distinto que viene desde el afecto.
Su llegada a Alfaguara
Hasta ahora, habías publicado fuera del mainstream, apostabas por editoriales independientes, ¿qué significa llegar a Alfaguara?
Una gran oportunidad para demostrar el valor que tienen estas literaturas que se hacen desde ese lugar del que vengo y que me parece muy importante reivindicar, porque es evidente que contra estas literaturas ha habido un prejuicio muy grande. Pero la escritura de tanta gente en Latinoamérica, tan interesante, que está siendo visible gracias al propio trabajo de las autoras, de los autores, pero también a un interés de la industria editorial que ha escuchado a las personas lectoras que han disfrutado de estas formas de la imaginación, de la escritura y de la expresión artística desde hace mucho tiempo.
¿Qué te gustaría que suceda?
Que se den cuenta de que ahí hay un espacio de vanguardia, propositivo, con mucha vitalidad y propuestas que se desbordan; que además de proveernos de ese delicioso entretenimiento que tiene la ciencia ficción o la fantasía, también nos colocan de forma profunda ante la realidad. Estar en Alfaguara es una gran oportunidad de compartir ese universo maravilloso del que vengo, al que le debo tanto, y que ojalá se animen las personas lectoras a leer más de estos géneros y registros de escritura.
hc