Tanto la presidenta Claudia Sheinbaum como la secretaria de Cultura, Claudia Curiel, están ante una encrucijada histórica que esperamos se tomen muy en serio respecto al sector cultura para el beneficio del país y de los mexicanos. Los derechos no se recortan: ni de seguridad ni de salud ni de educación ni de cultura. La animadversión que la gestión pasada hizo evidente desde el primer momento contra la intelectualidad y los artistas —y a pesar de la fallida estrategia de cultura comunitaria que amén de subejercicios fue una robadera— solo redundó en que nuestros conciudadanos no lograran acceder a su derecho de acceso a la cultura. Hubo mucho evento político que se quiso hacer pasar por acción cultural y así se siguieron seis años en la pura simulación. Recortaron presupuestos y lo que dejaron lo redirigieron a malsalvar las zonas arqueológicas que se iban descubriendo al paso de la construcción del Tren Maya, al innecesario Complejo Cultural Los Pinos y a zonas oscuras que habría que transparentar.
Lo cierto es que las instrucciones fueron claras: desactivar a los colectivos culturales (que paradójicamente habían sido entusiastas promotores del voto a la presidencia de AMLO), dejar de producir cultura ¡¡¡con los artistas!!! y cerrar la llave para que los agentes culturales obtuvieran la menor cantidad de empleo por parte del Estado. Así, lograron tener a un gremio cultural deprimido, calladito, acrítico, que ya ha tocado fondo y que pronto se volverá una bomba de tiempo que las Claudias tendrán que decidir si atienden o dejan estallar. La precarización de quienes producimos cultura en este país ya ha sido documentada por el Inegi y la paradoja es que se sigue formando artistas en el sistema universitario nacional sin que haya la menor posibilidad de desarrollo profesional. Salen de las aulas directo a un mercado profesional erosionado y desmantelado por el poder. Paralelo a ello, la presunción gubernamental de que ahora, por fin, se está haciendo cultura para aquellos que nunca la han recibido es puro espejismo, falacia vil.
A favor del diálogo
Si los pasos a seguir no implican, de principio, una apertura a la escucha noble y atenta de parte de Curiel de Icaza; si no se sana la maltrecha relación entre su secretaría y los agentes culturales del país y se establece un diálogo horizontal y amable, ese barco se le va a hundir sin remedio.