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  • Larry Holmes, el único que noqueó a Muhammad Ali: 45 años de la noche que marcó al boxeo

Hace 45 años, Larry Holmes noqueó a Muhammad Ali, el único en lograrlo (CMB)

El 2 de octubre de 1980 en Las Vegas, el mundo presenció la derrota más dolorosa de “The Greatest”, en una velada que quedó grabada en la memoria del pugilismo.

Hace 45 años, el 2 de octubre de 1980, el Caesars Palace de Las Vegas fue escenario de uno de los episodios más controvertidos y conmovedores de la historia del boxeo: la derrota de Muhammad Ali a manos de Larry Holmes, quien se convirtió en el único peleador en vencerlo por nocaut técnico.

Aquella noche, más de 24 mil aficionados abarrotaron el improvisado estadio al aire libre, mientras millones seguían la transmisión por televisión de una pelea que había despertado enorme expectativa: el regreso de Ali, tres veces campeón mundial, en busca de una cuarta corona a los 38 años de edad.

Ali, ya en el ocaso de su carrera, subió al ring con un récord de 56 victorias (37 por nocaut) y solo 3 derrotas. Holmes, ocho años más joven, llegaba invicto con 35 triunfos y 26 nocauts, defendiendo el cinturón del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) en su quinta defensa.

Desde el primer asalto, la diferencia fue evidente. Holmes, apodado The Easton Assassin, utilizó su jab demoledor para controlar la distancia, mientras Ali apenas encontraba ritmo. El público, que esperaba un destello de la magia del “más grande”, comenzó a preocuparse.

Los números del combate reflejan la superioridad de Holmes: conectó 340 golpes de los 490 que lanzó, un asombroso 69% de efectividad. Ali, en cambio, apenas acertó 84 de los 267 que intentó, con un bajo 31%.

La caída del gigante

El combate avanzó de un solo lado. Holmes castigaba con combinaciones al rostro y cuerpo de Ali, quien con dificultad lograba mantenerse en pie gracias a su resistencia y orgullo. “No quería lastimarlo de más. Ali era mi ídolo”, confesó después Holmes con lágrimas en los ojos.

El octavo y noveno asalto fueron un suplicio para Ali. Sin fuerza en las piernas, incapaz de esquivar, recibió 45 golpes limpios en esos episodios. El rostro inflamado del excampeón era un retrato de dolor y del paso del tiempo.

Finalmente, al terminar el décimo round, Angelo Dundee, el legendario entrenador de Ali, tomó una decisión histórica: pidió al réferi Richard Green detener la pelea. Fue la primera y única vez que Ali perdió por nocaut técnico en su carrera profesional.

Máximo respeto para Ali

Holmes, pese a la contundencia, no celebró. En lugar de levantar los brazos, se acercó a su rival y lo abrazó. “Me dolió más a mí que a él. Yo crecí admirando a Ali. Pero esa noche tuve que hacer mi trabajo”, declaró el campeón.

El impacto fue mundial. Ali había sido el símbolo del boxeo y de una generación, y verlo derrotado de manera tan clara generó debate sobre si debió pelear. Muchos críticos culparon a los promotores por permitirle regresar tras dos años de inactividad.

En la conferencia posterior, Ali apenas habló. Reconoció: “Larry fue el mejor esta noche. No pude moverme, no pude hacer lo que quería. Quizá mi cuerpo ya no responde”. Su voz sonaba apagada, muy distinta a la del carismático orador que había desafiado al mundo.

La pelea también dejó cifras significativas en lo económico. La bolsa de Ali fue de 8 millones de dólares, la mayor de su carrera hasta entonces, mientras que Holmes recibió 4 millones, un récord personal.

Abrió un nuevo sendero en su carrera

El legado deportivo fue contundente: con esa victoria, Holmes consolidó su reinado y abrió paso a una racha de 20 defensas exitosas del título pesado, una de las más largas en la historia del boxeo.

Para Ali, en cambio, significó el principio del fin. Aunque volvió a pelear en diciembre de 1981 contra Trevor Berbick en las Bahamas, ya no era el mismo. Esa sería su última aparición en el cuadrilátero, cerrando su carrera con 56 triunfos y 5 derrotas.

Con el tiempo, la pelea del 2 de octubre de 1980 se convirtió en símbolo del contraste entre la gloria pasada y la implacable realidad del deporte. Holmes ganó reconocimiento, pero cargó siempre con la etiqueta de haber sido el hombre que destronó a un mito envejecido.

Si hubiera podido evitar esa pelea, lo habría hecho. Yo no quería destruir a mi héroe”, dijo Holmes en múltiples entrevistas posteriores. Sus palabras reflejaron la complejidad de esa noche: una victoria profesional teñida de dolor personal.

Preservó la dignidad en el ring

Hoy, a 45 años de aquella velada, la historia recuerda que Ali nunca fue derribado ni noqueado de forma brutal. Su caída ante Holmes fue técnica, consecuencia de la prudencia de Dundee y el respeto de su rival, quienes entendieron que la leyenda debía preservar algo de dignidad.

El 2 de octubre de 1980 no fue solo una pelea. Fue el día en que el boxeo presenció la vulnerabilidad del más grande, el día en que Larry Holmes entró a la historia como el único en derrotar a Muhammad Ali por nocaut. Una fecha que, a casi medio siglo, sigue marcando la memoria del deporte mundial.

Ocaso, retiro y el adiós de la leyenda

Tras aquella derrota, Ali intentó una última oportunidad sobre el ring en diciembre de 1981, enfrentando a Trevor Berbick en Nassau, Bahamas. La pelea, conocida como Drama in the Bahamas, terminó en una decisión unánime en su contra. Esa fue oficialmente su despedida como boxeador profesional, con un récord de 56 victorias, 5 derrotas y 37 nocauts. El adiós, sin embargo, dejó al descubierto el desgaste físico acumulado después de más de dos décadas de carrera y guerras memorables.

En los años posteriores, Ali enfrentó consecuencias de salud cada vez más evidentes. En 1984 fue diagnosticado con el mal de Parkinson, condición que afectó su habla, sus movimientos y lo alejó poco a poco de la vida pública como solía vivirla. Sin embargo, el ex campeón convirtió su enfermedad en una nueva lucha, inspirando a millones de personas al mostrarse con valentía ante las dificultades que lo acompañaron por el resto de su vida.

Lejos del ring, Ali continuó siendo un personaje influyente en el mundo. Participó en campañas humanitarias, viajó como embajador de buena voluntad y se convirtió en símbolo de paz y resistencia. Uno de los momentos más recordados fue en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, cuando, con un visible temblor, encendió el pebetero olímpico en una imagen que conmovió al planeta entero y reafirmó su grandeza más allá del deporte.

Muhammad Ali (Reuters)
Muhammad Ali (Reuters)

Muhammad Ali falleció el 3 de junio de 2016, a los 74 años, dejando un legado que trasciende el boxeo. Aunque su declive comenzó con aquella noche contra Larry Holmes, su figura creció con el tiempo como ícono cultural, social y deportivo. Ali será recordado no solo como el “más grande” dentro del cuadrilátero, sino también como un hombre que, después de la derrota, encontró en la adversidad una nueva manera de pelear.


ZZM


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