El 22 septiembre de 2016, las puertas del Club América se abrieron para recibir por segunda vez a Ricardo La Volpe, ese día el entrenador argentino fue presentado en lugar de Ignacio Ambriz.
El Bigotón La Volpe tenía la oportunidad que anhelaba, después de su salida de Chivas, con un escándalo de por medio; recibía la bendición de América en el año de su Centenario, recibía a un equipo ansioso de recuperar una identidad.
La Volpe se sorprendió de las instalaciones que encontró; habían pasado 20 años de aquella primera vez en la que salió, después de haber sido goleado por Chivas. Ahora, con más experiencia, se tenía fe en cambiar su suerte.
El Bigotón cambió algunos de sus modos, sobre todo en el trato con la prensa, ya no era tan cerrado, comprendía que una buena relación con los medios le generaría un entorno favorable.
Pero hay cosas que no cambian, Ricardo es un entrenador y formador al que le gusta trabajar en el campo, una y otra vez si es necesario, repetir patrones de juego para que el día de partido se ejecute lo esperado; ahí fue donde empezó a encontrar resistencias.
A los jugadores no les gustaba ese tipo de entrenamientos, pero sabían que después de la salida de Ambriz no podían ponerse sus moños; La Volpe ya no se metía en líos, daba las indicaciones, consciente que el presidente deportivo, Ricardo Peláez, estaba al tanto de todo.
El técnico no comprendía por qué el jugador no atendía y ponía más empeño en su profesión, de nuevo apostó por los jóvenes e impulsó a dos joyas que ya están en Europa, Diego Lainez y Edson Álvarez.
Ya en diciembre, en el Mundial de Clubes de Japón, La Volpe, en una sobremesa, deslizó ese deseo de pasar a un puesto que tuviera más relación con la formación de jugadores, en su mente estaba la idea de encontrar un proyecto así; incluso creía que si lograba trascender con América, podía sugerirlo a la directiva.
Pero tras perder la Final del Apertura 2016 con Tigres, La Volpe empezó a ver que su ciclo tenía caducidad, solicitó un par de jugadores como refuerzos, un volante y un delantero, pero no se los dieron. El club ya había invertido en el fichaje del portero Agustín Marchesín.
La Volpe siguió, pero cuando Peláez se fue tampoco entendió porqué removían a una pieza clave. Entonces, el deseo de La Volpe de seguir en Coapa como un director de fuerzas básicas o como formador se esfumaba, porque ya estaba en marcha una reingeniería y él no estaba en esos planes. Ya se hablaba de Alfredo Tena como su relevo.
Al poco tiempo, El Bigotón se fue sin líos, lamentando no haber ganado el título unos meses atrás, porque lo hubiera cambiado todo.
FCM