La comunidad de Tlanepanco, en el municipio de Huejutla, en el norte de Hidalgo, fue escenario este 29 de septiembre de septiembre de la primera ofrenda dedicada a San Miguel Arcángel, marcando el inicio del Xantolo, la celebración más significativa de la región huasteca. Las familias se reunieron frente a la iglesia para llevar a cabo un ritual con copal ante el altar instalado en la explanada, dando así la bienvenida simbólica a las almas de sus seres queridos.
Esta actividad forma parte de una tradición ancestral en la que se recibe a los difuntos con altares adornados con mantel de manta, flores tejidas, alimentos, bebidas, pan, chocolate y otros elementos que reflejan el cariño y la devoción hacia quienes ya no están en este mundo. Las familias guían a las ánimas hasta lo que fue su hogar, en un acto comunitario que reúne a toda la población en torno a la fe, la memoria y la convivencia.
La delegación de Tlanepanco, junto con las familias, organizó la celebración en la explanada de la iglesia, donde no faltaron los cohetes que anunciaban el evento. La música de viento en vivo y el fervor familiar impregnaron el ambiente, manteniendo viva una costumbre que persiste en la mayoría de los hogares huastecos. Al finalizar, los asistentes compartieron tapataxtla y zacahuil, platillos tradicionales que sellaron la jornada de unidad y celebración en un ambiente de convivencia y fraternidad.

Como parte de las festividades también se realizaron bailes con cuadrillas de adultos, que reunieron a todas las familias católicas de esta localidad de la Huasteca hidalguense.
Mientras tanto, en la zona centro de Huejutla dio inicio la construcción del centro ceremonial en la Plazuela 21 de Mayo, cuya temática para este año será el maíz. Se prevé su inauguración el 30 de octubre, y los materiales utilizados para su elaboración serán reciclados, como otates, tierra y palmeras.
¿Cuál es el origen del Xantolo?
El término Xantolo proviene del náhuatl Xantolon, que se traduce como Fiesta de los Muertos o Fiesta de las Ánimas. Esta festividad hunde sus raíces en las antiguas culturas mesoamericanas asentadas en la Huasteca, como mexicas, toltecas y otomíes, quienes concebían la muerte no como un final, sino como una etapa más dentro del ciclo eterno de la vida.
Para estos pueblos, la muerte implicaba la transición del alma a un nuevo plano de existencia, donde los espíritus de los fallecidos retornaban periódicamente al mundo terrenal para convivir con sus descendientes vivos. Este regreso anual de las ánimas era motivo de rituales, ofrendas y celebraciones que buscaban honrar a los difuntos y asegurar la continuidad comunitaria y la fecundidad de la tierra.
Las fiestas en honor a los muertos coincidían con el fin de la temporada de lluvias y la cosecha del maíz, alimento sagrado mesoamericano, simbolizando la renovación y la conexión entre la naturaleza, los antepasados y la comunidad.
Estos pueblos desarrollaron un sistema simbólico complejo, con ceremonias que incluían altares, cantos, danzas y, en algunos casos, sacrificios, inmersos en una red de creencias que atribuían a la muerte un poder transformador y sagrado.
Sincretismo religioso
Con la llegada de los conquistadores españoles y la evangelización católica en el siglo XVI, las tradiciones mesoamericanas sufrieron profundas modificaciones. Sin embargo, lejos de extinguirse, estas prácticas se fusionaron con las religiosas del catolicismo, principalmente el Día de Todos los Santos y el Día de los Fieles Difuntos.
El resultado fue una celebración híbrida donde la esencia indígena de veneración y comunión con los muertos perduró, enriquecida con rituales cristianos como misas, rezos, imágenes de santos, cruces y símbolos religiosos. Las fechas de la festividad se ajustaron al calendario litúrgico —especialmente el 1 y 2 de noviembre—, pero conservaron la espiritualidad y el sentido de comunidad de sus orígenes.
Este sincretismo permitió la pervivencia del Xantolo a través de los siglos, abarcando el respeto por el ciclo natural de la vida y la muerte, la memoria familiar y colectiva, y la reafirmación de la identidad cultural huasteca, que busca preservar este legado como patrimonio cultural e inmaterial.
Altares, ofrendas y simbolismo
La preparación para el Xantolo en la región huasteca de Hidalgo es un proceso minucioso que involucra a toda la familia y a la comunidad, donde cada elemento tiene un significado simbólico y espiritual en la conexión con los difuntos. Los preparativos inician semanas antes del 1 y 2 de noviembre, pero las actividades principales comienzan a finales de octubre.
En cada hogar, las familias montan un altar u “ofrenda” para honrar a los difuntos. Por lo general, estos altares tienen varios niveles que reflejan distintos planos y jerarquías en el mundo espiritual y terrenal: el nivel superior se dedica a las deidades o santos católicos; el intermedio, a las almas de los adultos fallecidos; y el inferior, a los niños difuntos, conocidos como las “almas chicas”, quienes reciben ofrendas especiales en días específicos.
Elementos tradicionales con lo que decoran
- 1 Fotografías de los seres queridos.
- 2 Velas que simbolizan la luz que guía a las almas.
- 3 Flores de cempasúchil que conducen a ánimas hacia el altar.
- 4 Comida y bebidas como pulque y aguardiente.
- 5 Papel picado y máscaras como símbolo dualidad vida-muerte.
- 6 Copal, que se quema para purificar el espacio
Más allá del entorno familiar, las comunidades organizan altares colectivos en espacios públicos, acompañados de eventos culturales con música, danza, poesía y narraciones. Estos actos fortalecen la identidad colectiva y celebran el patrimonio intangible en un ambiente de respeto y convivencia.
La celebración del Xantolo no estaría completa sin sus emblemáticas danzas y músicas, que acompañan cada ritual y fusionan teatro, canto y baile en un acto profundamente simbólico que celebra la vida y la muerte. Es la danza de los Huehues, que en náhuatl significa “ancianos” o “viejos”.
Estos danzantes, usualmente hombres, se visten con trajes brillantes y usan máscaras elaboradas que representan calaveras, diablos y personajes tradicionales, incluidos vaqueros, mujeres —algunas representando embarazadas— y figuras míticas.

La coreografía consiste en movimientos rítmicos y coordinados, acompañados por la música del son huasteco con violín, jarana huasteca y guitarra. Las comparsas desfilan por calles y plazas realizando sus danzas con gran teatralidad.
Cada personaje tiene un simbolismo propio: la muerte personificada, la fertilidad, la protección y la conexión con el mundo espiritual, integrando un relato animado sobre el ciclo vital y el respeto a los ancestros.
Las máscaras, talladas y pintadas a mano —principalmente en madera de cedro—, presentan motivos de calaveras y esqueletos, símbolos universales de la muerte y la renovación.
Los trajes coloridos y brillantes, acompañados de sombreros, botas y accesorios, contrastan con el carácter macabro de las máscaras, reflejando la dualidad de la fiesta: la convivencia armoniosa entre la vida y la muerte.

Cuando participan mujeres, visten vestidos largos y bordados; algunas representan figuras emblemáticas, como embarazadas, símbolo de la continuidad y la esperanza de nueva vida a pesar de la presencia de la muerte.
¿Cuáles son los principales alimentos durante el Xantolo?
La riqueza gastronómica de la Huasteca se manifiesta en una amplia variedad de platillos que cumplen un papel simbólico y espiritual dentro de la festividad. Los alimentos ofrecidos en los altares y compartidos durante la celebración se consideran sustento para las almas de los difuntos y expresiones de identidad que reúnen a la familia y a la comunidad.
Destaca el zacahuil, tamal gigante que puede medir hasta un metro de largo, hecho con masa de maíz martajado y relleno con carne de pollo, cerdo o guajolote, sazonado con chiles y especias. Se cocina bajo tierra con piedras calientes, lo que le confiere un sabor único.
También los bocoles, similares a las gorditas pero con más masa y el sabor característico de la manteca de cerdo o res; se rellenan con queso, chorizo o pollo y son populares durante la festividad.

A ellos se suman los tamales de sarabanda, elaborados con una variedad regional de frijol del mismo nombre, y el pan de muerto regional, horneado en hornos de leña con formas redondas o cuadradas y rellenos de queso, distinto al pan de otras regiones del país.
El complemento ideal lo conforman atoles con sabores como naranja, piña o galleta, además de bebidas como pulque y aguardiente, fundamentales no solo para los vivos sino también como ofrenda a los muertos.
Los dulces de calabaza, yuca y piloncillo, así como frutas locales —manzanas y naranjas—, se colocan en los altares como símbolo de abundancia y dulzura compartida con los difuntos.
La comida en el Xantolo no es solo alimento físico: es un acto de memoria y afecto. Al ofrecer los platillos favoritos de los difuntos se fortalece el vínculo espiritual y se reafirma la identidad cultural huasteca. Su preparación y consumo son momentos de reunión familiar que transmiten saberes ancestrales.
Los días clave
El Xantolo se celebra desde finales de septiembre hasta principios de diciembre en algunas comunidades, aunque los momentos cumbre se concentran del 30 de octubre al 2 de noviembre. Cada día tiene un significado especial y rituales que permiten la comunicación simbólica y espiritual con los difuntos.
29 de septiembre – Inicio de la festividad- Día dedicado a los arcángeles, cuando simbólicamente se abren las puertas del cielo para que las almas comiencen su retorno a la tierra.
- Fiesta de San Lucas.
- Cosecha de flores de cempasúchil.
- El 28 de octubre se corta la flor fresca que adornará altares y tumbas durante la celebración.
30 de octubre – Día de las flores
- Familias y comunidades colocan altares decorados y montan arcos simbólicos de cañas de azúcar, formando la entrada para las ánimas.
- Considerados “angelitos”, regresan guiados por caminos de pétalos de cempasúchil. Se preparan altares específicos y rituales para su llegada.
1 de noviembre – Día de los adultos
- Altares adornados con los alimentos y bebidas favoritas de los difuntos, misas, comidas familiares —tamales y mole— e intercambio de ofrendas entre vecinos, simbolizando convivencia y unidad comunitaria.
2 de noviembre – Bendición de los fieles difuntos
- Se adornan las tumbas con flores, se celebran misas solemnes en los panteones y, por la noche, tiene lugar el tradicional “destape” de los danzantes, quienes revelan su identidad y agradecen la participación.