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Un solo mundo para dos potencias depredadoras

China y EU generan juntos 4% del PIB mundial, pero es necesario encontrar alguna manera de manejar su impacto; Trump “agarra a los demás por el cuello” y Pekín exacerba el comercio internacional

El segundo mandato de Donald Trump está transformando el mundo. Es muy probable que perdure el régimen autocrático que están creando él y sus secuaces en la administración y la Suprema Corte. Pero incluso si no sucede así, el mundo habrá cambiado solo por haber sucedido. Lo que ocurrió una vez puede volver a suceder. Esto debe transformar la visión del futuro. Sin embargo, ese futuro no lo va a determinar solo Estados Unidos. China también es una superpotencia. Entonces, ¿qué papel desempeñará en esta nueva era?

Empecemos por Estados Unidos. Otras democracias solían creer que compartía valores fundamentales con ellas, pero no es así. El propio Trump se alimenta de agravios, se rige por acuerdos y es caprichoso. Esto por sí solo dificulta el trato con él. Como añade Célia Belin, del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, su política exterior “es su agenda interna, exportada”. Así, escribe, “Trump y su grupo de MAGA utilizan los mismos tres métodos, tanto en su país como en el extranjero: eliminación, transformación y subyugación”. En casa, buscan eliminar el “estado profundo” y convertir a EU de un país liberal a uno nacionalista. En el extranjero, de igual manera, buscan eliminar alianzas y otros compromisos, y transformar a los aliados en vasallos.

Estos objetivos son perjudiciales para la mayor parte del mundo e insensatos para EU. Adam Posen, presidente del Instituto Peterson de Economía Internacional, adopta esta perspectiva a largo plazo en un artículo de Foreign Affairs sobre “La nueva geografía económica”. En el mundo posterior a la Segunda Guerra Mundial, escribe, Estados Unidos proporcionó seguros a otros países contra todo tipo de riesgos, pero los costos que asumió no se quedaron sin compensación, otros países invirtieron, abrieron sus economías a los inversionistas estadunidenses, le prestaron dinero a un costo barato, convirtieron el dólar en la moneda global y convirtieron los mercados de capitales de EU en el centro de las finanzas globales. Este fue, entonces, un acuerdo beneficioso.

Trump se queja de que “estafaron” a Estados Unidos. El hecho, sin embargo, es que se mantuvo como la economía más rica y tecnológicamente avanzada del mundo en un periodo de crecimiento global sin precedente: entre 1950 y 2020, el PIB real per cápita mundial promedio aumentó 360 por ciento. ¿Estafado? Para nada.

Por desgracia, Trump canceló este gran acuerdo. En su lugar, vemos una serie de tratos poco confiables y abusivos. Además de imponer enormes aranceles a países que se creían amigos, Trump exige que se invierta dinero a su discreción, para gran irritación de los socios extranjeros. Esto es puro gansterismo.

Otra forma de ver lo que ha sucedido es que, en el antiguo mundo de confianza en EU, existía interdependencia, pero algunos países eran más dependientes. Esto permitió que la interdependencia se utilizara como un arma. Como argumentan Henry Farrell y Abraham Newman, EU lo hizo con bastante libertad. Dentro de lo que se consideraban relaciones mutuamente favorables a largo plazo, el uso que hizo como si fuera un arma, en particular mediante sanciones, se toleró, aunque a regañadientes. Pero Trump lo está convirtiendo en agarrar a los demás por el cuello. Eso es muy diferente.

Sin embargo, otros pueden participar en este juego. China ya lo hace. Esta idea la presentan de forma cruda dos economistas europeos: Moreno Bertoldi y Marco Buti, en un artículo que analiza cómo la Unión Europea se encuentra atrapada en una tenaza entre una superpotencia “extractiva” y una de “dependencia”. China es esta última: crea dependencia. Al inundar los mercados con sus productos, exacerba el comercio mundial y los desequilibrios macroeconómicos. La manera cómo explota las reglas de la OMC para apoyar a las industrias nacientes socava la confianza en el sistema basado en normas que supuestamente apoya. El uso como arma que hace de materiales críticos y el control de la cadena de suministro de energía limpia también están debilitando el apoyo a las políticas cuyo objetivo es abordar el cambio climático, sobre todo en la Unión Europea. Sin embargo, China es un socio más confiable y racional que Estados Unidos: al menos, no niega las realidades climáticas.

Es imposible para el resto del mundo ignorar a estas superpotencias depredadoras, ya que juntas generan 43 por ciento del PIB mundial a precios de mercado (y 34 por ciento en paridad de poder adquisitivo), pero es necesario encontrar alguna manera de manejar su impacto global.

Una parte de la respuesta debe ser evasiva. EU debe ser la principal víctima de esto, ya que ha tenido, por mucho, las alianzas más valiosas. Pero un régimen que destruye con gusto sus principales activos nacionales —sus grandes universidades, su preeminencia científica, su apertura a inmigrantes brillantes e incluso el estado de derecho— no se preocupará por eso.

Además, Trump cree que los aliados pueden convertirse en vasallos. Esto es consistente con su comportamiento. Reino Unido optó por ser vasallo. Esto, irónicamente, es consecuencia de la búsqueda del brexit de una mayor soberanía nacional. Pero Japón, Corea del Sur e incluso la Unión Europea no se ven tan diferentes, hasta ahora.

Sin embargo, espero que esto no dure. Tanto los antiguos aliados como otros países buscarán alternativas. Esto aumentará la influencia de China. De hecho, EU ya acercó a India y Brasil a Pekín: Xi Jinping debe agradecer a Trump sus atroces errores cada día. Con toda probabilidad, los países intentarán enfrentar a una superpotencia contra la otra. India y Brasil se comportarán de esta manera, del mismo modo que otros lo harán.

El vasallaje y el enfrentamiento entre superpotencias deja una tercera opción. El mundo al que nos dirigimos será más pobre, más inestable y más peligroso que el que teníamos antes de que EU adoptara la ideología MAGA. Otros países deben atreverse a seguir un rumbo más independiente, juntos, incluyendo la administración de bienes públicos globales, como salud, clima y seguridad. ¿La Unión Europea puede liderar este camino? Es posible que ahora parezca una fantasía, pero han sucedido cosas más extrañas.


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@The Financial Times Limited 2025. Todos los derechos reservados . La traducción de este texto es responsabilidad de Notivox Diario.

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