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  • Gentrificación 'devora' restaurantes en Roma y Condesa; cierra 50% de negocios antes de cumplir dos años

El éxito gastronómico ha traído beneficios: mayor inversión privada, mejoras en infraestructura y más. Foto: Araceli López

La popularidad de estas colonias impulsa una explosión gastronómica, pero el crecimiento acelerado trae consigo cierres y la presión de un mercado cada vez más inestable.

La gentrificación en Ciudad de México, más allá de transformar la vida cotidiana de sus colonias más emblemáticas, como la Roma y la Condesa, ha modificado profundamente la dinámica económica de la zona: el incremento en los precios de renta, servicios y consumo ha generado un entorno cada vez más hostil para los negocios locales, especialmente para los restaurantes.

De acuerdo con la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (Canirac), las rentas comerciales en estas colonias se han elevado hasta en 40 por ciento, lo que ha derivado en que casi 50 por ciento de los restaurantes que abren en las colonias Roma y Condesa, logren sostenerse más de dos años.

El presidente de Canirac en Ciudad de México, Jack Sourasky Olmos, señala que la gentrificación obliga al cierre o desplazamiento de negocios que no pueden absorber el incremento en rentas o los nuevos costos de operación. Aunque no existe un registro oficial de los cierres relacionados directamente con este fenómeno, la presión inmobiliaria es evidente.

“Esta transformación ha significado el cierre o desplazamiento de negocios que no pueden absorber rentas más altas o los nuevos costos de operación. No existe un registro oficial que cuantifique cuántos restaurantes han cerrado, exclusivamente por gentrificación, pero sí conocemos casos de establecimientos que tuvieron que reubicarse o bajar la cortina por los incrementos de renta y la presión inmobiliaria”, mencionó Jack Sourasky.

En colonias como Roma y Condesa, las rentas comerciales se han disparado, haciendo inviable la permanencia de muchos establecimientos. A esto se suma el alza en los precios de insumos básicos por la inflación, así como la necesidad de cumplir con regulaciones más estrictas: permisos de uso de suelo, licencias sanitarias, protocolos de protección civil y, en caso de venta de alcohol, licencias especiales que implican trámites largos y costosos.

Sin embargo, las colonias Roma y Condesa concentran 108 restaurantes reconocidos por la Guía Michelin, de los cuales 21 cuentan con una estrella. Destacan establecimientos como Rosetta, Em o Esquina Común, que se han convertido en referentes internacionales de la gastronomía mexicana contemporánea.

El éxito gastronómico ha traído beneficios: mayor inversión privada, mejoras en infraestructura, diversificación de la oferta cultural y un incremento en la afluencia turística. Sin embargo, también ha generado tensiones sociales y económicas.

Las rentas comerciales en estas colonias se han elevado hasta en 40%.
Las rentas comerciales en estas colonias se han elevado hasta en 40%. Foto: Octavio Hoyos

Un proceso acelerado a partir de 2020

Este fenómeno no ocurrió de la noche a la mañana. La llegada de restaurantes de autor, cafeterías con propuestas innovadoras y bares de coctelería marcó el inicio de una transformación que coincidió con el auge del turismo internacional en la capital, sobre todo después de la pandemia de 2020, cuando México se consolidó como uno de los países más visitados del mundo, según datos de la Secretaría de Turismo.

El impacto fue inmediato: la demanda de experiencias culinarias aumentó, las calles comenzaron a llenarse de visitantes extranjeros y la oferta gastronómica creció a un ritmo nunca visto; sin embargo, todo esto a causa de la gentrificación.

Por ello, la Roma y la Condesa han dejado de ser colonias tranquilas y residenciales para transformarse en epicentros gastronómicos y turísticos de alcance internacional.

Lo que comenzó como un proceso paulatino de modernización terminó convirtiéndose en un fenómeno de gentrificación que cambió por completo la dinámica de estas zonas.

Hoy, los restaurantes y cafés se han multiplicado a un ritmo acelerado, atrayendo tanto a turistas como a nómadas digitales, pero también enfrentando altos costos de operación, competencia feroz y una incertidumbre constante que pone en riesgo la permanencia de muchos negocios.

Éxito efímero y riesgo constante

La Roma-Condesa funciona como un laboratorio gastronómico: un restaurante puede alcanzar fama en cuestión de meses gracias a la recomendación en redes sociales o el interés de influencers, pero esa misma velocidad puede volverse en su contra.

Los costos no perdonan y la saturación del mercado hace que un negocio exitoso hoy pueda estar en riesgo mañana.

Después del 4 de julio, cuando se realizó la primera marcha antigentrificación en la ciudad, varios establecimientos de la zona registraron pérdidas económicas por daños y una baja en ventas que, combinada con la temporada de lluvias y la disminución en turismo, provocó una caída de entre 5 y 10 por ciento.

Estos episodios de incertidumbre, sumados a protestas y cierres temporales, generan un clima de inestabilidad que desanima a potenciales inversionistas.

Turistas contra clientes locales

Otro de los retos para los restaurantes en estas colonias es mantener el equilibrio entre atender al turista internacional y conservar a la clientela local.

El visitante extranjero paga tickets más altos y busca experiencias “de moda”, lo que puede resultar atractivo para los dueños de restaurantes. No obstante, el cliente capitalino sigue siendo la base que da continuidad durante todo el año, especialmente fuera de temporadas turísticas.

El riesgo es que los restaurantes orienten su oferta únicamente al turismo, encareciendo precios y perdiendo el vínculo con los comensales locales. Esta desconexión puede resultar insostenible en el mediano plazo, sobre todo en un contexto de competencia tan intensa.

La opción de los traspasos

Abrir un local en la Roma-Condesa no sólo es costoso, también es un reto burocrático. Muchos negocios inician en espacios improvisados: cocheras adaptadas como cocinas, tiendas abandonadas convertidas en fondas modernas o locales con permisos parciales.

Modificar o conseguir nuevas licencias resulta, en muchos casos, prácticamente imposible debido a trabas administrativas en la alcaldía.

Ante esto, los traspasos se han convertido en una vía común: adquirir un local ya con permisos y cierta clientela puede ser más viable que iniciar desde cero. Pero este mecanismo también encarece el acceso y refuerza el círculo de exclusión para emprendedores con menos capital.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la Roma y la Condesa concentran más cafeterías que todo el Centro Histórico de la Ciudad de México. Esto refleja cómo el interés gastronómico y la inversión se han desplazado hacia zonas que hace décadas no tenían esta concentración de negocios.

El dato también ilustra la magnitud de la competencia: en apenas cuatro kilómetros conviven decenas de bares, restaurantes y cafeterías que buscan hacerse un lugar en la memoria de los comensales, en un entorno donde cada detalle cuenta para sobrevivir.

Gentrificación: modernidad con desplazamiento

El término gentrificación describe con precisión lo que ocurre en estas colonias: la modernización convive con el desplazamiento. Al mismo tiempo que crecen las oportunidades económicas y turísticas, también se transforman los hábitos de consumo, aumentan las rentas y se encarecen los servicios, generando tensiones con los residentes de toda la vida.

En este contexto, los restaurantes se convierten en símbolos de la modernidad, pero también en víctimas de un mercado inestable que puede poner fin a su permanencia con la misma rapidez con que lograron el éxito.

Ante esto, la Roma-Condesa se ha consolidado como el corazón gastronómico de la Ciudad de México, pero su crecimiento está marcado por una paradoja: mientras más atractivo se vuelve invertir en la zona, más complicado es sostener un negocio en el tiempo.

La gentrificación ha transformado estas colonias en un escaparate global, pero al mismo tiempo ha desplazado a pequeños empresarios y ha elevado los costos a niveles insostenibles.

Hoy, abrir un restaurante en estas colonias es un ejercicio de riesgo: un equilibrio entre creatividad culinaria, resistencia económica y capacidad de adaptación a un entorno cambiante.

La otra cara de la gentrificación muestra que el éxito no siempre garantiza permanencia, y que detrás de cada apertura hay también historias de cierres, desplazamiento y tensiones sociales de Ciudad de México.

Sin registro oficial de cierres relacionados directamente con este fenómeno, la presión inmobiliaria es evidente.
Sin registro oficial de cierres relacionados directamente con este fenómeno, la presión inmobiliaria es evidente. Foto: Areli Ojeda

MRA

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