Hoy concluye el 2023, un año que sin duda quedará marcado por diversos eventos que impactaron en la vida cotidiana de todos los mexicanos. En lo natural, sin duda el paso de Otis en Acapulco y Coyuca, no solo nos probó la fuerza de la naturaleza, sino su respuesta ante el daño que le hemos causado los seres humanos al no respetarla.
En el Estado de México en lo particular, uno de los episodios que alertó a las autoridades de los tres niveles de gobierno, fueron los acontecimientos ocurridos en Texcaltitlán, donde la población cansada de la intimidación y sometimiento de la delincuencia organizada decidió ponerle un alto. Y los resultados ya los conocemos: once delincuentes abatidos. Entre ellos el líder de la zona.
Estos dos eventos, la devastación de Acapulco por el huracán y el enfrentamiento en Texcaltitlán, sobresalen de muchos otros sucesos que forman parte de la historia que se escribió en este 2023.
Y tomo estos dos casos, de los muchos que acontecieron, por el lucro político que se les ha dado a ambos, porque se buscó de ambos obtener un beneficio para una causa electorera y se olvidaron de la magnitud de ambos problemas.
En el caos de Otis, se desbordaron las críticas a la incapacidad gubernamental, que pudo haber prevenido la tragedia o bien evitar los daños ocasionados por el meteoro y que no se hizo una adecuada acción preventiva.
Pero no hubo por parte de los críticos una verdadera postura de solidaridad y compromiso por ayudar a los damnificados por el huracán, eso pasó a segundo término, lo importante era evidenciar a la autoridad gubernamental como incapaz, pues eso les traerá votos en las elecciones del 2024.
Lo mismo sucedió con el evento de Texcaltitlán, de inmediato arreciaron las críticas hacia el gobierno, señalando los hechos como una prueba de la complicidad de las policías con la delincuencia, y que la gente tuvo que actuar para sacudirse de ese lastre.
Eso demuestra sin duda la falta de una política eficaz contra el crimen organizado, la inseguridad y la violencia que se vive. Puede que haya razón en estos posicionamientos, pero son expresiones con fines políticos, y no con propósitos que aporten a evitar que siga habiendo más levantamientos armados desde la población en contra de los delincuentes.
No dimensionaron el problema, lo que puede pasar si no hay una actuación más estricta por parte de la autoridad y sobre todo la vulnerabilidad a la que queda expuesta toda la población de sur del estado, que está a merced de los delincuentes.
A los políticos le interesó el problema de Texcaltitlán por lo que les representará en la urnas llevarlo como bandera y no como el análisis del problema social que representa y el peligro en el que se encuentran los pobladores de Texcaltitlán y toda la zona sur sureste mexiquense.
Si los políticos realmente se interesan en lo que está pasando en aquella región, no hubiesen esperado a que sucediera lo de Texcaltitlán; saben, como todos, que hay una presencia real de la delincuencia organizada, entonces por lógica debieron exigir la aplicación de la ley, pero sobre todo el desmantelamiento de los grupos delincuenciales, pero no lo hicieron porque si no hay tragedia, no hay forma de acarrear agua al molino. Qué pena.
Esto distinguió a la clase política: lucrar con las tragedias y no luchar por evitarlas y ayudar a los que padecieron y sufrieron.
A usted y a todos los mexiquenses de bien, mis deseos de un exitoso y saludable 2024.