Cultura

¡Celebremos, presidenta!

Presidenta. Más de 100 mujeres te escriben. Compilación de Yuriria Sierra. Océano. México, 2024.

El acceso femenino al poder político es un hecho reciente en la historia de México. Sólo a partir del último cuarto de siglo XX, las mujeres comenzaron de manera paulatina a ocupar gubernaturas y secretarías de Estado. En la historia del país nunca una mujer había sido presidenta. Este 2 de junio, México tendrá a su primera mandataria. Ante este parteaguas de la vida nacional habrá cambios que van a repercutir en la vida de todos y, en particular, en las mujeres. Este 2024 se cumplen 71 años de que la mujer tiene derecho a votar y ser elegida en un cargo político.

Leer este libro es como entrar en una fiesta, en donde muchas damas conversan y resaltan una situación que por fin se dio: una mujer ocupará la presidencia del país.

Como en toda reunión hay pláticas superfluas, ruido y quedabienes; sin embargo, hay voces que entendieron la propuesta y, a pesar del breve espacio, logran aportar interesantes reflexiones. Porque a menos de 15 días de que ocurran las elecciones de 2024, puede pensarse que la mayoría de las personas ya tienen una preferencia y nada los hará cambiar de opinión: llámese último debate, guerra sucia, marea del color que quieran, carteles que sofocan las calles y avenidas, llamadas a celular, videos, bombardeo de anuncios en el cine, información en redes sociales o cualquier drama de la vida familiar de las respectivas candidatas.

Las mujeres que se pusieron la playera de algún partido político y dieron una muestra de sus halagos para su respectiva candidata, en realidad perdieron la oportunidad de señalar otras cosas importantes en esta elección, a todas luces, sin precedentes. Pero se les quedó en una buena intención, quiero pensar. Además, las porristas andan en grupo, no se juntan con sus rivales, y suelen tener actitudes sobradas que, a la larga, no resultan óptimas si entendemos que la política también requiere de actitudes conciliatorias, alejadas de cualquier mareo.

Se trata de una celebración de derechos, logros y compromisos con un futuro promisorio. Elogio a quienes así lo entienden. Por ejemplo, la voz de Sabina Berman sobresale de entre la multitud, su texto se titula “Una presidenta, ¿para qué?”. Ella lo explica de manera puntual: “¿Qué significará eso para las otras mujeres? No puede descartarse el valor simbólico del hecho. En cada cráneo y cada hogar del país, la certeza machista de que una mujer nace para vivir subordinada a los hombres se hará pedazos, polvo, nada. Y sí, las niñas de hoy tendrán sueños más dorados. Con toda naturalidad soñarán con ser ingenieras, doctoras, juezas, líderes sindicales, agrónomas y biólogas. Y con ello, al menos en la esfera de las representaciones, se sellará el arribo de las mujeres a la igualdad. ¿Y en el terreno material algo más podría suceder? Próvidamente, éste no es terreno incógnito. Las mujeres en México —incluidas las dos candidatas a la presidencia— compartimos una agenda política formada por el movimiento feminista a lo largo de cien años y ampliamente difundida. Según esa agenda, lo más urgente es prevenir y atender las violencias contra las mujeres. El feminicidio, las violaciones, el acoso, otros abusos del arsenal machista”.

Para Berman resulta esencial remediar las desigualdades y recuerda que es necesario otorgar derechos relacionados con el trabajo doméstico: “Volver visible ese trabajo esclavo que las mujeres hacemos desde hace milenios. También darle su valor económico e involucrar al Estado en aliviarlo”.

Presidenta. Más de 100 mujeres te escriben. Compilación de Yuriria Sierra. Océano. México, 2024.
Presidenta. Más de 100 mujeres te escriben. Compilación de Yuriria Sierra. Océano. México, 2024.

Desde el punto de vista de Geraldine Cisneros Bodadilla, economista del IPN, las mujeres enfrentamos una serie de situaciones que a diferencia de los varones, no hay un piso parejo, pues ellos no tienen que derribar barreras. Por eso refiere: “En México las mujeres somos minoría en muchos ámbitos. A menudo nos enfrentamos a obstáculos para lograr una educación universitaria y para poder concluir nuestros estudios. Además, muchas profesiones están diseñadas para los hombres, lo que hace que sea más difícil para las mujeres avanzar en sus carreras. La brecha salarial también es un problema importante: por ejemplo, si un hombre gana 100 pesos, una mujer gana sólo 65. Los hombres ocupan la mayoría de los puestos de mayor jerarquía, y sólo alrededor de 1% de los puestos directivos son ocupados por mujeres. En el sector público o privado, sólo alrededor de 15% de los puestos importantes son ocupados por mujeres, y ninguna ha llegado a ser presidenta”.

La mirada de una mujer empresaria la ofrece Gina Díaz Barroso, quien propone un modelo de mujer en la política: Angela Merkel. “Hay que tener muy presente que las mujeres independientes económicamente y dueñas de sus finanzas serán libres. Las sociedades con mujeres líderes y libres serán más prósperas. Y eso es lo que requiere el mundo del siglo XXI. Y finalmente, traigo a la mesa las valiosas lecciones que podemos extraer del liderazgo de Angela Merkel, excanciller alemana. Durante su gestión, Merkel demostró la importancia de la estabilidad económica y la toma de decisiones informadas en tiempos difíciles. Su visión durante la crisis financiera de 2008, la gestión de la crisis de refugiados en 2015, y la crisis por el coviD 19 en 2020 resaltan la necesidad de abordar los desafíos con empatía y firmeza”.

Entusiasta, animada por lo que viene a partir del 2 de junio, Díaz Barroso señala: “El feminismo es inclusión. El feminismo es paz. El feminismo es progreso. Que lo encarne a fondo la primera mujer presidenta del país. Es mi sueño como mujer, es mi demanda como mexicana”.

De 1960 a nuestros días se han presentado diversos tipos de feminismo: el liberal, encarnado por Betty Friedan; el radical con Kate Millett; el negro con Angela Davis; el lesbiano con Adrienne Rich y Monique Wittig; el institucional que marcó la agenda de los derechos de las mujeres a nivel internacional como por ejemplo la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra las Mujeres (CEDAW), aprobada por la ONU y que entró en vigor en 1981; el de la diferencia con Luce Irigaraym y Luisa Muraro; el ecofeminismo con Rachel Carson; y la teoría queer de Judith Butler, por mencionar algunos.

“En un México que aspira a la igualdad y la justicia no podemos pasar por alto las voces de las trabajadoras del hogar, que esperan y merecen una presidenta que no sólo hable en su nombre, sino que también actúe con valentía para abordar las desigualdades arraigadas. Al reconocer y atender sus necesidades, construimos un país más fuerte y justo para todos. Es hora de que como nuestra líder asuma este compromiso y trabaje con nosotras para garantizar un futuro digno y equitativo para las trabajadoras del hogar”, escribe Marcelina Bautista, activista y líder de las trabajadoras del hogar.

Habría que recordar que el feminismo para unas cuantas mujeres, que tienen privilegios, no sirve. La agenda de debate feminista y coloquios académicos se viene abajo si los cambios no provienen de una articulación coordinada de los sectores socialmente oprimidos. Como proclama Angela Davis, “el feminismo será antirracista o no será”.

El 19 de septiembre de 1893 el Parlamento de Nueva Zelanda aprobó el voto femenino y se convirtió en el primer país en el que las mujeres podían ejercer un derecho vetado hasta entonces a la mitad de la población. Australia siguió los pasos de Nueva Zelanda en 1902, luego le tocó el turno a Finlandia en 1906, después Noruega 1913, la Unión Soviética en 1917, Alemania y Gran Bretaña en 1918, y en los Estados Unidos en 1920. En América Latina, Uruguay fue el primer país que en 1927 reconoció el sufragio femenino. En México, el voto de las mujeres se volvió una realidad hasta 1953.

El derecho al voto de las mujeres se logró entre los siglos XIX y XX. Después arribaron a la escena de la emancipación de la mujer las feministas de entreguerras: Simone de Beauvoir y Virginia Woolf, con sus invaluables aportaciones y su visión crítica del patriarcado. En México, Rosario Castellanos, asimila de ambas escritoras el papel de la mujer y lo aterriza a la sociedad mexicana en varios de sus libros. A propósito de Castellanos, en 2025 celebraremos los cien años de su nacimiento.

AMLO pasará a la historia como un hombre visionario al propiciar que una mujer sea la próxima mandataria. Eso también lo entendió así la oposición que, en un intento de no quedarse atrás, siguió los pasos del presidente como ha sucedido en otros momentos de la agenda política.

El 3 de junio sabremos el nombre de la próxima presidenta. Las niñas de México podrán soñar con ocupar, alguna vez, esa silla. ¡Celebremos, presidenta!


Mary Carmen Sánchez Ambriz

@AmbrizEmece


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Mary Carmen Sánchez Ambriz
  • Mary Carmen Sánchez Ambriz
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  • Ensayista, crítica literaria y docente. Fue editora de la sección Cultura en la revista Cambio.
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