Hace poco más de un mes apareció el video condensado de una plática entre dos influencers. Uno habla de inversiones aceleradas y el otro de filosofía para ‘dummies’. Aunque parece claro quién fue el ganador, es más común encontrarse con alguien que hable de negocios que de existencialismo, lo cual no tiene nada de malo… aún.
Antes de eso me habló alguien que apenas conocía, no me lo escribió con exactitud, pero puedo notar que trata de venderme una idea, su contenido en redes sociales se trata de enseñar dinero mientras trabaja sin levantarse de la cama, “hice dinero antes de desayunar”, dice una historia en su Instagram.
Ahora mi feed en IG muestra imágenes con frases del “pensamiento tiburón” y otras más con citas históricas sacadas de contexto.
Parecen una secta que no demanda que sus miembros estén bajo el mismo techo, sino que estén conectados bajo la misma red. Es una secta financiera, sin “salvador” fijo aparente más que el dinero y los “likes”.
No he ido tan a fondo para saber si conseguir el dinero es fácil como lo dicen, o si es que antes de que vaya a lavarme los dientes ya tengo mil 500 pesos en la cuenta.
Siempre me dijeron que el dinero fácil no existe, aunque tampoco hubo una cultura financiera presente en mi educación como para saber cómo hacer dinero para mi futuro. Así es la vida del artista.
Ahora, mantener una vida falsa en Instagram es más fácil que en cualquier otra red porque los comentarios no son el target de su engagement, tal como la verdad dolorosa de Twitter y el acoso en forma de enjambre de Facebook.
En el video viral de la conversación entre estas fuerzas contrarias, da a entender que no sabemos nada de filosofía y mucho menos de economía, al menos en alguna deberíamos ser conocedores y ahora más que nunca, porque el año en pandemia acercó fuertemente a los individuos hacia una realidad digital.
Todos tenemos nuestro nicho de contenido, nuestro salvador que nos acerque a la verdad que desconocemos, pero abrazamos con cada click.
No sé nada de Diego Ruzzarin o ni del máster Carlos Muñoz, pero reconoceré que mi pastor es David Lynch y sus cortos videos diarios donde habla sencillamente del clima mientras mira por la ventana “¡¿Pueden creerlo!, es viernes otra vez!?”.