Esta semana pregunté en mi Facebook qué era lo que más miedo le daba a la gente en relación con la pandemia que estamos viviendo por el covid-19. Las respuestas fueron numerosas y diversas. Hombres y mujeres señalaron que temían por las muertes masivas, el contagio, el aumento de la pobreza, la “pérdida de tiempo”, la crisis económica venidera, la precaria situación de los servicios médicos, el desempleo, el autoritarismo, la restricción de las libertades, la separación, lo que le espera a hijos e hijas, la incertidumbre, la violencia y radicalización posteriores, la negligencia, la delincuencia paralela, que todo siga igual (de mal) después de la cuarentena, la soledad, la violencia, la mezquindad informativa y hasta que deje de haber existencia de mezcal.
La mayor parte de la población mundial vive con miedo, uno de los principales enemigos del ser humano. Para el sabio indio Jiddu Krishnamurti, los motivos que llevan a un ser humano a experimentarlo son incontables, pero el ubicar qué lo genera es un buen comienzo para erradicarlo de nuestras vidas: “Observar lo que sucede externamente, saber exactamente lo que ocurre, y a partir de ahí empezar a investigar en uno mismo”, señala.
Hacerlo puede ser complejo al principio, pero se vuelve un entrenamiento individual necesario para la vivencia cotidiana. Lo importante, creo yo, es hacerse preguntas que resuelvan las inseguridades y no que las aumenten. Es decir, ¿qué puedo hacer para evitar tal o cual situación que me aterra? La primera respuesta debe generar una nueva pregunta y ésta otra hasta que no haya más dudas.
En ese proceso, el placer suele dejarse a un lado, pero es importante mirar al miedo y al placer como una unidad. Si aquello que antes nos daba gozo ahora nos genera miedo, es necesario abandonar ambas ideas para liberarse de la esclavitud del temor, pero, a la vez, es necesario encontrar nuevas situaciones, prácticas y personas que traigan gozo a nuestra vida. Mientras menos miedos haya habrá más disfrute de las pequeñas cosas, y eso nos ayudará a enfrentar el porvenir.
Nada es tan terrible
El psicólogo español Rafael Santandreu recuerda en el capítulo “Ver siempre la pérdida como oportunidad” de Nada es tan terrible. La filosofía de los más fuertes y felices (Grijalbo) a la película Matrix: siempre tenemos la posibilidad de tomar la pastilla roja o la azul, vivir en el sueño o entender la realidad (que tiene que ver más con el interior que con el exterior del ser).
Hay crisis que nos hacen crecer, siempre y cuando entendamos que las pérdidas pueden ser oportunidades para mejorar si sabemos darle la vuelta al sufrimiento y construimos desde abajo para aceptar las carencias sin problema.
Les recomiendo su lectura y la de Sobre el miedo, de J. Krishnamurti (Gaia Ediciones; distribuye Océano).
@draverotika
FB: La Doctora Verótika