El primero de octubre de 2023 parecía un domingo cualquiera. En Ciudad Madero, las familias se preparaban para la misa vespertina y otros, celebraban un cumpleaños. Pero antes del mediodía, una alerta en WhatsApp encendió las redaccion: “Se cayó una iglesia en la Colonia Unidad Nacional”.
Lo que en un principio sonaba a incidente menor se transformó, en cuestión de minutos, en una de las tragedias más impactantes de los últimos años en el sur de Tamaulipas.
La iglesia Santa Cruz colapsó mientras se celebraba un bautizo. Doce personas murieron y más de 60 resultaron heridas. Entre el desconcierto, los periodistas y comunicadores de la zona también comenzaron a movilizarse, sin imaginar que esa jornada los marcaría profesional y emocionalmente.
La alerta en redes sociales; el inicio de una larga cobertura especial
Yazith Cartagena, editora de esta redacción, comenzó a montar la cobertura minuto a minuto, verificando reportes con autoridades y testimonios. “No dimensionamos la magnitud real, solo sabíamos que era grave”, recuerda Cartagena. “Mientras Erik Saldaña transmitía y Yazmín enviaba fotos, yo escribía armando la narrativa para Notivox Digital”.
La velocidad era clave. En cuestión de minutos, la nota ya encabezaba el portal regional y aparecía en la edición nacional.
“Al principio todo sucedió cuando un domingo por la mañana llegué a hacer mi trabajo como todos los días. Estaba navegando en redes sociales para monitorear alguna noticia y vi que en una página local, apenas un minuto después, habían publicado que se había derrumbado el techo de una iglesia. Al ver la foto, ubiqué de inmediato que era una iglesia donde se concentran muchas personas, y a mi parecer, es una de las más visitadas en Tampico y en Madero.
"De inmediato surgió la pregunta: ¿había personas ahí? Porque yo sabía que era domingo y que los domingos siempre hay misa por la mañana. Mi preocupación era saber si había personas debajo de esos escombros que se veían en la foto. Inmediatamente hablé a los reporteros que estaban de guardia ese domingo y les avisé lo que estaba sucediendo. Nadie sabía nada, pero todos actuaron en un segundo. Quienes estaban en su casa, como reporteros, salieron de inmediato, sin importarles nada, a cubrir la nota", agregó la editora.
Fue algo devastador, muy triste. Nunca creímos que llegara a pasar algo así, por tratarse de una iglesia, por el tema religioso, y lo más triste fue saber que había víctimas mortales. La redacción quedó vacía.
Era casi mi hora de comida, no había desayunado, pero era más importante sacar la nota. Subí la información al portal y al sitio web. Todo Tampico, Madero y Altamira estaba paralizado; no existía nada más que la preocupación de rescatar a las personas atrapadas, entre ellas, niños, continuó narrando Yazith.

Comencé con el trabajo periodístico, aunque tenía mucha hambre. Pedí a un compañero que fuera a comprarme unas galletas y un jugo para aguantar las horas sin desmayarme. Él fue muy amable y me las trajo. No recuerdo cómo logré comerlas, pero la información estaba arriba, actualizada. Todos trabajamos en conjunto, había mucha comunicación, y también existía la angustia de saber si mis familiares, que viven muy cerca del accidente, estaban bien.
Primordialmente, me importaba sacar la chamba y mantener al tanto a quienes nos leen y nos ven.” puntualizó.
"Antes de llegar al punto, no dimensionaba lo que estaba a punto de vivir"
Erik Saldaña, como editor digital de MILENIO recibí el mensaje mientras celebraban el último cumpleaños de su abuela materna, su labor en los medios de comunicación lo llevó a dejar este festejo por llevar la cobertura al momento sobre la tragedia en Ciudad Madero.
“Recuerdo perfectamente el 1 de octubre. Estábamos celebrando el cumpleaños de mi abuela en casa —por cierto, fue su último cumpleaños con vida— cuando me llegó un mensaje de WhatsApp. Una compañera de trabajo, que estaba monitoreando redes sociales, vio publicaciones de varios usuarios alertando que una iglesia se había derrumbado. Quería confirmar con su familia, que vivía justo frente a ese templo ubicado en la colonia Unidad Nacional. Fue entonces que me enteré.
"Al principio, minimizó el hecho. En temporada de lluvias, en Tampico es común que se desprendan cornisas o techos viejos. Pensé que se trataba de algo pequeño… no dimensionaba lo que estaba a punto de vivir..."

Minutos después, ya estaba a unas cuadras de la zona cero. El acceso vehicular estaba bloqueado y tuvo que caminar entre vecinos que corrían con herramientas improvisadas.
“Lo primero que vi fue a la gente tratando de sacar escombros con las manos. No había tiempo de procesar nada. Saqué el celular y empecé a transmitir. Sabía que teníamos que alertar a la audiencia en tiempo real”.
Desde su posición en la periferia del derrumbe, inicié la cobertura digital que sería replicada a nivel nacional. Aún sin cifras oficiales, narraba lo que veía: paramédicos improvisando camillas, voluntarios organizándose y familiares buscando a sus seres queridos.
Narrar mientras caminaba entre los escombros era estremecedor. Veía al padre de la iglesia desesperado, ayudando como podía. La gente removía pedazos de techo con las manos, con lo que tuviera a la mano.
No había transporte, las calles estaban cerradas para dar paso a las unidades de emergencia, así que caminé cuadras y cuadras bajo el cielo nublado. Tomé finalmente un carro de ruta y luego continué a pie hasta las instalaciones de Grupo MILENIO- Multimedios.
Prendí la computadora, todavía con el corazón acelerado. Mi compañera, estaba muy nerviosa: era nuestra primera cobertura de algo tan fuerte. Entre galletas de chocolate y pantallas llenas de datos, trabajamos sin parar.
Esa noche, la redacción estaba llena. Reporteros, fotógrafos, corresponsales nacionales… todos coordinados para contar minuto a minuto lo que estaba pasando.
Fue una semana completa de trabajo informativo intenso.

"Fue un cúmulo de sentimientos. Me tocó ver cómo sacaban cuerpos"
Omar Hernandez, ex colaborador de Grupo Multimedios fue el primer respondiente del grupo de televisión en llegar hasta el epicentro de la emergencia. Ahí con su celular, comenzó a reportar lo que autoridades informaban sobre los repotes preliminares.
Más allá de lo emocional de la tragedia, el profesionalismo y la labor de informar tenían que ser la prioridad. Desde el minuto uno hasta el final de la jornada.
"Ese día fue muy movido. Empezamos con tu servidor como el primero en llegar de televisión. Creo que fui la cuarta o quinta persona en el punto. Y terminamos muy tarde: fui el último en irme, como a la una de la mañana, junto con los compañeros de prensa"
Emocionalmente, ya dejando a un lado el chaleco, fue un cúmulo de sentimientos. Me tocó ver cómo sacaban cuerpos. Tenías que mantenerte entero porque estabas trabajando, pero ver que había niños y adultos mayores… sí te pega.
"Era un festejo, iban a hacer su primera comunión, y de repente el edificio se viene abajo. Ver las maniobras, saber que entre los escombros había personas conocidas, y luego confirmar que uno de los cuerpos era de un menor… el corazón se te apachurra. Te da un nudo en el pecho que no se puede explicar, pero tienes que sacar fuerzas para seguir", mencionó.

En lo logístico, mi desayuno planeado para la una de la tarde terminó siendo a las 6:50 p. m. Regresé rápido a casa para darme un baño porque sabíamos que la jornada sería larga. Me comí cinco taquitos de cochinita y tomé como dos litros de agua —el calor era fuerte a pesar de que ya era otoño— y regresé al punto.
"Para acercarnos a autoridades o al padre, fue con mucho cuidado, buscando las palabras correctas. El padre ese día tenía la magnitud de la tragedia encima, había que ser muy respetuosos. Las autoridades son más frías: manejan datos, cifras. El exalcalde dio el informe preliminar: que la losa había colapsado y que se pediría apoyo de dependencias, de la industria, incluso de Marina y Ejército, narró a MILENIO.
Estar una hora 45 minutos al aire fue un reto. Literalmente narrabas lo que veías. Tenías un espectro amplio para describir: de un lado, personas pasando tabiques; de otro, grupos organizándose; más allá, autoridades llegando y formando filas para mover herramienta y víveres.
"La experiencia te da ese plus para describir claramente lo que está pasando. La información cambiaba minuto a minuto, así que había que tener bagaje y concentración para no ‘cantinflear’ al aire y darle al espectador la información clara de lo que estaba ocurriendo en la colonia Unidad Nacional de Ciudad Madero.” puntualizó.

"Todos estaban desesperados tratando de tumbar la reja"
Mientras tanto, Yazmín Sánchez, fotógrafa de MILENIO, se abrió paso entre los retenes y llegó a la “zona roja”, donde ya trabajaban cuerpos de emergencia. “Era muy difícil tomar fotos sin que se te hiciera un nudo en la garganta. Había silencio, pero al mismo tiempo gritos… una mezcla muy dura”, relata.
Su lente captó imágenes que después se volverían icónicas: voluntarios alineados en cadena humana pasando restos del techo, paramédicos sacando a una bebé con vida, la desesperación en los rostros de los presentes.
“Todos estaban desesperados, queriendo tirar la reja. Había un desorden. La gente no sabía qué hacer porque había mucha gente gritando. Entre ellas había una persona que estaba entre donde estaba el padre de la misa y donde la gente escucha"

Quedó como en un triángulo, y una señora estaba ahí hincada, como el Pipila cargando la losa, esperando que la sacaran de ahí, pidiendo ayuda.
Gritaba, pero hasta ahí, o sea, no podían hacer nada.
Pues fue una de las últimas que sacaron muertas. La señora falleció con el paso de las horas, detalló.
"Primero la vi a ella, y ya cuando gritaba y todo, la gente nos empezó a sacar del lugar porque iban a tirar la reja. Todos estaban ayudando para derribar la barda de la iglesia. Yo me fui a trepar a un lugar donde se viera toda la escena, para dimensionar lo que había pasado. Todo el mundo pedía silencio, levantaba la mano", detalló.
Una de las tragedias más marcadas. Mañana cumplo 24 años en el periodismo y este trágico evento fue, hasta ahora, una de las experiencias más fuertes.” detalló.

"Una herida que no cicatriza"
Pablo Reyes, reportero de Notivox Tamaulipas reportaba lo que sucedía en ese preciso momento en la iglesia de la Santa Cruz en Ciudad Madero, detalla la tragedia como una pesadilla.
“Desde la zona de accidente, los presentes no podían creer lo que veían y más que ello, deseaban que todo fuera una pesadilla. Todavía no llegaban las autoridades. Había gente corriendo, gritando y llorando por todos lados".
Personas saliendo de entre los escombros con el rostro cubierto de polvo de cemento, heridas que sangraban por diferentes partes del cuerpo.
"Había una persona en la banqueta en posición fetal pidiendo que la ayudaran, visiblemente afectada por lo que ocurrió y lo más increíble, fue que al poco tiempo esta persona ya no contaba con vida” detalló.

'Cada aumento en las cifras de muertos significa vidas perdidas en momentos sagrados'
En la redacción, ahí ya estaba Idalia Gómez, coordinadora digital, seguía el flujo de información desde múltiples grupos.
“Fue un caos. Todos hablaban al mismo tiempo, llegaban fotos, audios, videos sin verificar. Nuestra labor era ordenar, confirmar y publicar con responsabilidad”.
“En ese entonces, aún como editora, sabemos que la jornada no fue de un solo día; fueron semanas. Estar casi 24 horas frente a la computadora con información fue muy intenso. El primer día, el domingo que sucedió, yo solo veía los mensajes entrar y salir a diestra y siniestra para coordinar reporteros y otras personas del medio. Fue mucha información. Al principio había dudas sobre qué había sucedido, por qué, cómo, cuántas personas.
Generalmente, con este tipo de noticias, es como una explosión: ocurrió algo grande, pero nunca sabes su magnitud. El primer día fue de rescate, ayuda, etc. Uno cree que el segundo día no será tan caótico, pero eso es mentira: empiezan los informes oficiales, que aunque a veces se ven como números, son personas. Cada aumento en las cifras de muertos significa vidas perdidas en momentos sagrados.
Las fotografías retratan la ayuda; recuerdo a taqueros que regalaron comida de su negocio sin pensarlo. Son historias que también se cuentan, junto con los reportes de autoridades y familiares de las víctimas, incluso de personas que no eran de aquí. Estas noticias tristes y extraordinarias requieren días de cobertura.

"Como community manager, es común usar lenguaje emocional en redes, pero en este caso, las imágenes hablaban por sí solas. No había necesidad de emojis; había que ser empático y respetuoso con las víctimas y sus familias, filtrando imágenes sensibles y explicando el contexto de cada foto para los lectores.” relató Idalia Gómez.
"Estas historias son importantes para que no se repitan tragedias similares"
Jesús Pasillas, camarógrafo de Telediario Tampico, llegó al lugar del colapso. Su misión fue abrir espacio para grabar sin obstaculizar las labores de rescate.
“No era fácil moverse, todo estaba bloqueado y la gente estaba en shock”, relata.
Su material fue transmitido en cadena nacional, mostrando las primeras imágenes aéreas y en tierra de la magnitud de la tragedia.
“A veces grabamos en silencio… no hacía falta decir nada, las imágenes hablaban solas”.
“Al principio pensé que era un derrumbe común en el centro, pero luego supe que había sido durante una misa y que había gente conocida. Me comuniqué con Palma y Omar, y decidimos ir al canal a recoger el equipo. No esperaba que fuera tan grave”.
Cuando llegué, ya estaba transmitiendo, pero el caos era total. La gente gritaba y pedía silencio porque escuchaban supuestos gritos de auxilio. Había que narrar cronológicamente lo que pasaba mientras las brigadas empezaban a acordonar el área. Busqué un punto alto para transmitir mejor, trepándome a edificios y construcciones cercanas, relató.
Estuve moviéndome entre cuerpos de emergencia sin estorbar, con la cámara siempre arriba. Transmitimos en vivo más de una hora, mostrando el epicentro y el rescate, sin interrumpir la señal. El gobierno eventualmente nos hizo bajar por seguridad, pero seguimos transmitiendo desde otros puntos altos.

Hay un bloqueo mental. El mayor compromiso es que la transmisión salga bien. Bloqueas emociones para enfocarte en la cámara, el micrófono y la batería del celular. Después, cuando termina la cobertura, vienen los efectos emocionales. Es como recibir un golpe sin sentirlo; hasta días después te das cuenta del impacto.
"Seguimos comprometidos con las familias, documentando testimonios y ayudando a que la sociedad se enterara de la verdad. Estas historias son importantes para que no se repitan tragedias similares", enfatizó Jesús Pasillas, camarógrafo y productor de Multimedios Televisión en Tampico.

Dos años después
La cobertura de ese día no terminó en la zona del derrumbe. Durante una semana, los equipos periodísticos documentaron rescates, funerales, investigaciones y la falta de responsables.
Hoy, a dos años del colapso de la Iglesia Santa Cruz, las investigaciones continúan sin una resolución clara. La memoria de aquel día vive también en quienes lo cubrieron desde la trinchera periodística.