El cerebro es la única creación del universo capaz de imaginar otros universos, sostiene el joven médico Luis Horacio Ramírez Silva, quien se ha consolidado como uno de los neurocirujanos más destacados de la Comarca Lagunera. Ha dedicado 15 de sus 34 años de edad al estudio de la medicina, una profesión que, en sus palabras, le permite unir la ciencia con el arte.
Resalta que la atención a la salud es una de las pocas actividades científicas que no dejan de lado el contacto humano, y recuerda que “clínica” significa “al lado de la cama”. “Porque es al lado del enfermo, y creo que justamente por ello me interesó esta profesión”.
Originario de la Ciudad de México, llegó a Torreón hace casi 17 años. Fue en el Colegio Carlos Pereyra, bajo formación jesuita, donde se sembró el sentido humanista que lo acompaña hasta hoy. La empatía es evidente en su ejercicio. Trata a los pacientes pensando en que ellos podrían ser su padre, hermana o abuelo y ello cambia su manera de practicar la medicina.
“A un paciente hay que hablarle con claridad, sin olvidarnos de que tiene miedos, tiene preocupaciones, tiene otras personas que le importan. No es tratar con enfermedades, sino de tratar con el paciente que tiene una enfermedad”.
La fascinación por el estudio del cerebro ha llevado a este joven orgulloso lagunero desde la preparatoria, a complementar su formación en Neurocirugía con cursos especializados en los Estados Unidos. A la fecha, ha estudiado en instituciones de renombre como las universidades de Stanford y Pittsburgh, así como en Weill Cornell Medicine, en Nueva York.

Combina su práctica médica en el Hospital Regional de Alta Especialidad del ISSSTE de Torreón, la Unidad Médica de Alta Especialidad 71 del Seguro Social y en hospitales del sector privado. Ejerce siempre con gran asombro ante la complejidad de la estructura del cerebro humano, ese espacio donde se concentra prácticamente todo lo que somos: nuestras ideas, habilidades, emociones y se define la personalidad.
Tecnología cambia la neurocirugía
Luis Horacio Ramírez se ha inclinado por la neurología quirúrgica, porque le permite ser más resolutivo. “Si hay una patología, se puede quitar y tratar de resolverla de la forma más precisa”. Él sabe que quedó muy atrás el mito que corría en las aulas de estudiantes de medicina, que rezaba: “Coco abrido, coco podrido”.
Por ejemplo, dentro de los avances se encuentra la cirugía nasal endoscópica, que permite adentrarse a la base del cráneo por la nariz, o abordajes a través de los párpados, usando la órbita como un corredor natural, y que es una incisión tipo blefaroplastia (cirugía plástica del párpado).
Actualmente se incorporan tecnologías como neuronavegación, endoscopios y resonancias intraoperatorias.
“Esto permite abordajes mínimamente invasivos, con mejores resultados y menos tiempo de recuperación”, agrega.
Evidencia su orgullo por haberse formado como médico en una universidad pública -la Universidad Autónoma de Coahuila-, con la misma intensidad con la que recuerda la influencia de algunos de sus mentores, como el reconocido trasplantólogo Federico Juárez de la Cruz, quien les aconsejaba durante la carrera tener tres cualidades en la vida: la capacidad de tener sueños grandiosos, perseverar en ellos y despertar para poder hacerlos realidad.

El cirujano de columna Ismael Mendoza Barajas es una de sus principales fuentes de inspiración profesional. Comprometido con la transformación social y con el servicio, siempre trabajó en la enseñanza, en el IMSS, y contribuyendo a la formación de otros médicos.
“Si muchos médicos fueran como él, mi maestro, la medicina en la región y en el mundo sería muy buena”.
Retos de la salud en La Laguna
Sobre la calidad de la medicina en La Laguna, reconoce el honroso lugar que ocupa, pero también sabe que enfrenta retos:
“Aquí se hacen cirugías de altísimo nivel, incluso en instituciones públicas. Pero no podemos quedarnos con tecnología del pasado. Hay que seguir invirtiendo en salud”.
Como miembro de la generación millennial, cree que ésta puede ser clave para transformar la región.
“Nos toca demostrar que somos una generación capaz de trabajar, de cambiar paradigmas y de poner a La Laguna en el mapa nacional. Aquí hay talento, solo falta que nos lo creamos”.
A los jóvenes interesados en ser doctores les deja un consejo: “Esto es para quien realmente lo desea. Es difícil, consume tiempo y energía, y muchas veces el agradecimiento es escaso. Pero si les apasiona, háganlo”. Recomendación que les comparte a sus propios alumnos en la Facultad de Medicina de Torreón, de la Universidad Autónoma de Coahuila.
Sin hablar de religiones, confiesa: “Cada vez que trato de investigar más el cerebro, es como tratar de entender más qué estaba pensando Dios cuando nos creó. Cuando se le estudia más, más nos damos cuenta de la existencia de Dios”.
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