Un paseo por la Alameda de Torreón llevó a Sofía Berlanga a un encuentro casi mágico con la cosmovisión del pueblo wixárika. Ese fue un momento crucial para el espíritu emprendedor de la joven, quien, con necedad, insistió en que la pulsera de aro que portaba fuera intervenida con chaquiras por un artesano huichol. Así nació la primera joya de lo que hoy es Morena Corazón.
Cada accesorio que la firma incluye en sus colecciones responde no solo a un proceso creativo, sino también a un camino para enaltecer la riqueza cultural de México, en especial el arte ancestral wixárika. Su fundadora está interesada en fusionar símbolos y espiritualidades de culturas indígenas como un mensaje de que la unión genera belleza.
En entrevista con MILENIO, comparte que desde los cinco años de edad diseñaba joyería con materiales básicos. Siempre ha desarrollado proyectos relacionados con la cocina, la pintura y la joyería. Estudió Gastronomía en Barcelona, España .
En 2025, Morena Corazón está a punto de cumplir 12 años. Nació cuando Sofía Berlanga exploraba nuevos caminos tras su separación matrimonial, interesada entonces en un emprendimiento que le brindara independencia económica.
Para ella, diseñar no solo es una actividad creativa, sino una forma de preservar y enaltecer la riqueza cultural del país. El corazón con alas es una figura que destaca entre sus joyas y obras a mayor escala; es una insignia de Morena Corazón. Para su fundadora, significa que “el amor y la libertad bastan para una vida feliz”.
Hoy, la emprendedora reconoce los retos que enfrentan los creadores mexicanos, especialmente en una época donde lo artesanal no siempre es valorado. A los nuevos emprendedores les aconseja: “hay que ser necios con nuestros proyectos”.

Sus inicios
Sofía Berlanga vendió todo lo que pudo para invertir en su empresa.
“Realmente, si me hubiera dejado llevar por los primeros tres o cuatro años, pues creo que este sueño no se hubiera hecho realidad. Entonces, para mí es: insistencia, perseverancia y creer en el producto o servicio”.
Todo se alineó para que se detonara un lazo sólido. El día que Sofía Berlanga viajó a Tepic, Nayarit para conocer más de ese arte que le había hechizado, se vivía una jornada dedicada a la cultura wixárika. “Todo el pueblo estaba lleno de artesanos que habían bajado de la sierra”.
Entonces hizo contactos, comenzó a trabajar a distancia; algunos vinieron hasta La Laguna. Era el inicio de un sistema de trabajo directo con las comunidades.
Hay familias huicholas que van y vienen a Morena Corazón. Aquí se elaboran piezas de gran formato, como esculturas. Como ejemplo, un hermoso toro que recibe a los visitantes en la entrada de sus oficinas y que hace gala del arte de esta etnia mexicana, que, con colores, chaquiras y estambres, dan cuerpo a figuras que representan deidades, mitos, historias sagradas y la relación del huichol con el cosmos.
Su apuesta fue acertada. Morena Corazón ha colaborado con marcas de prestigio y reconocidas personalidades, pero existen dos momentos que marcaron su trayectoria: Con Pineda Covalin, referente del diseño mexicano, con piezas especiales que impulsaron su alcance. Otra colaboración significativa fue con la actriz Aislinn Derbez, cuya proyección permitió que la joyería se abriera paso entre nuevos públicos.
Estacionada en el arte huichol
Siempre coloca en sus intenciones que el año siguiente hará un viaje a Oaxaca o a Michoacán. Pero ahora Sofía está estacionada en la sabiduría wixárika. Sabe que, a pesar de sus viajes para conocer directamente esta cultura y dialogar con los artesanos, aún tiene mucho por explorar.
“Lo que quiero ahora es poder viajar incluso con las artesanas y los artesanos para ir a los desfiles, para que se afiance su fusión, que se vea lo que es Morena Corazón: una mezcla entre lo artesanal y lo ancestral”.
Este 2025, Sofía Berlanga llegó hasta el Paris Fashion Week. Con ella viaja La Laguna. La emprendedora es originaria de Gómez Palacio, ciudad que considera su espacio seguro, su base. Desde Torreón ha operado la empresa, que actualmente cuenta con tiendas en Ciudad de México, San Miguel de Allende (Guanajuato) y próximamente otra en San Ángel también en Ciudad de México.
Sus retos la llevan a su espacio personal. Su emprendimiento se ha desarrollado y ha tomado dimensiones internacionales, mientras sus hijos -hoy de 14 y 12 años de edad- crecen. Justo ese ha sido su desafío más imponente: equilibrar el tiempo dedicado a su firma con el espacio y la atención que le demanda su familia.
Como millennial, sabe que la tecnología puede ser un distractor y nos hace olvidar observar, sentir y tocar. A los jóvenes les dice: “hay que abrazar nuestras raíces, porque es la única forma para preservar todo este arte ancestral que poseemos”.
dahh.