Escasas, pero realmente escasas, o mejor dicho tan mínimos que se pueden contar con los dedos de una mano y sobran dedos, fueron las autoridades municipales que realmente cumplieron con mejorar las condiciones de las calles, avenidas y carreteras y caminos de acceso previo a la temporada de lluvias.
El resto, la inmensa mayoría, hizo como que trabajó para disimular que estaba cumpliendo con la mejora en las arterias.
Bastaron las primeras lluvias que se registraron para probar que los programas de bacheo de calles que se hicieron en todos los municipios donde gobiernan todos los colores, no estuvieron a la altura de los requerimientos y hoy las condiciones de esas vías de comunicación están peor que antes. Y las precipitaciones pluviales siguen arreciando.
Los programas de bacheo que se implementaron en muchos municipios fueron más escandalosos y aparatosos que efectivos. Veamos, algunas calles se cerraron -incluso tramos de hasta un kilómetro- para "trabajar" en tapar los baches. Muchos ingenuos llegaron a imaginar, entre ellos me incluyo, que al cerrar la circulación se iba a encarpetar todo el tramo. Pues no, sólo se tapaban las partes de los baches y parecían parches a lo largo de las cintas asfálticas que aparentemente fueron mejoradas.
El hecho de que cada año se sufran de estos problemas evidencia la falta de voluntad de las autoridades municipales y estatales por resolver el problema y mejorar las condiciones de las arterias de comunicación terrestre.
Y es lógico que esto suceda, porque al ejecutar una política pública de excelencia se les acaba a todos la gallina de los huevos de oro. Al no hacer programas efectivos de rehabilitación de calles y avenidas cada año tienen un pretexto para cometer irregularidades o desviar recursos y aumentar los ceros en las cuentas bancarias de los funcionarios responsables de la obra pública, obviamente con la anuencia del presidente o presidenta municipal.
Recuerdo bien que los alcaldes anunciaron a principios de su administración con bombo y platillo, con firmeza y una seguridad total, que antes de la temporada de lluvias todas las calles estarían bacheadas.
Y los primeros días efectivamente se veía actividad de relleno asfáltico en muchas calles, pero era eso, tapar y no encarpetar.
Además, especialistas en ingeniería civil coincidieron en que la capa de asfalto que se colocaba en ese momento estaba mal hecha, y ahora no había baches, sino bordos que también hacían o dificultaban el tránsito de los automotores.
Ante estas críticas las autoridades expresaron que no era más que la falta de reconocimiento de que las cosas estaban haciendo y eran expresiones sin fundamento y sólo por llevar la contraria. Pero no fue así. La realidad es que hoy con las lluvias supera la defensa que hicieron las autoridades municipales de sus programas de bacheo.
Lo cierto es que aplicar una política pública de mejora en las calles, ya conociendo que existen nuevas tecnologías, nuevos materiales más resistentes y más efectivos, implicaría para las autoridades municipales, acabar con la gallina los huevos de oro, donde muchos hacen que los baches hagan posible que sus cuentas bancarias aumenten.
Es obvio entonces el por qué a las autoridades municipales y estatales no les interesa mejorar plenamente las condiciones de las calles y avenidas, porque sería cerrar la llave de la corrupción que en este tipo de obras públicas les permite aparentar, disimular u ocultar.
Qué pena que tengan esa visión tan limitada del servicio, y que antes de servir, mejor se sirvan, aprovechando una necesidad colectiva para obtener un beneficio propio. Deleznable por donde lo vean.