La trifulca en el Senado entre El Porro “Alito” Moreno y El Cavernario Noroña resultó un tongo, solo aventones, jaloneos y cachetadas guajoloteras. No obstante, poco después, el segundo montó un show junto a La Momia Emiliano González, su metiche valet y fotógrafo, para levantar una denuncia judicial contra el belicoso dirigente del PRI ante un Ministerio Público con servicio a domicilio.
Además de lengualarga, Noroña es chillón; con el respaldo de muchos de sus compañeros y de la propia Claudia Sheinbaum, se ha pasado estos días quejándose de los medios donde se cuestiona su conducta y bonanza económica. Quizá en el futuro próximo estas aflicciones desaparezcan y los periodistas incómodos lo dejen tranquilo, o los arrastrará a los tribunales, como ha sucedido con varios reporteros en diferentes lugares del país.
Así será si en la tierra prometida de la 4T madura la idea de imponer límites a la libertad de expresión. En El Universal, Sabina Berman escribió, entre otras cosas, sobre uno de los videos donde se ve a Pío López Obrador recibiendo dinero en sobres amarillos. No hay pruebas de esa entrega —dice—, excepto el video, y eso ha lastimado la honra del hermano de AMLO. Para Berman, los periodistas mienten con frecuencia, “porque pueden hacerlo sin sanciones”. Por eso, afirma: “El periodismo de hoy no le sirve a la democracia. Más bien le estorba. […] Nos conviene a todos ponerle límites a la libertad de publicar”. Habla de un periodismo objetivo y propone: “Pongamos reglas y sanciones para que deba serlo”, planteando un debate público al respecto, ¿quién lo organizaría?, ¿quién pondría las reglas y determinaría la “objetividad” en la información?, ¿también se sancionaría a los usuarios de redes sociales?
Con esa presunta “objetividad”, ¿cuál sería el destino de la crítica, siempre subjetiva? ¿Alguien como Guillermo Sheridan podría seguir haciendo el retrato “de la grotesca mascarada nacional”, como dice Enrique Serna, o sería castigado por lastimar, digamos, la honra de los plagiarios? Hay quienes acostumbran sembrar vientos y luego no quieren cosechar tempestades.
Queridos cinco lectores, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.