Justo cuando pensábamos tomarnos un verano de ayuno electoral, llegan las elecciones de EU, que por más cansados que nos agarren después de nuestras eternas elecciones, no podemos dejar de verlas. Primero porque es Estados Unidos, y si ellos estornudan, a nosotros nos da gripa. Somos quienes somos, por ser vecinos del país más poderoso del mundo. Pero también se prevé que serán un imán, no por sus buenas propuestas, sino por lo mediático de sus candidatos.
Estamos presenciando el ocaso de la política estadunidense. Presentar a dos candidatos en su vejez, que no son solo los años lo que impresiona, sino su falta de capacidad, energía, visión y liderazgo. Por más que queremos ver su edad desde otra perspectiva, es estirar mucho la liga.
A diferencia de la política, en otros sectores quienes están marcando la conversación en EU están entre sus 30 y 50. Pensemos en Elon Musk, Mark Zuckerberg, Peter Thiel, Taylor Swift, incluso Michelle Obama, de 60 años; por cierto de las mujeres más admiradas según Gallup y vista como una opción por los demócratas para reemplazar a Biden.
Después del debate del jueves, nos quedamos con una sola imagen quienes lo vimos. Biden no puede dirigir el país más poderoso del mundo. Mostró su fragilidad y qué decir de Trump. El que los republicanos lo prefieran, sin importar sus juicios en contra, la manera que manipula la verdad y su estilo violento, nos confirma el ocaso de la política americana: Más vale malo por conocido que bueno por conocer.
Se esperaba que Biden fuera un presidente de transición, pero los ex presidentes Obama y Clinton son los más firmes en su postulación. Al igual que los republicanos, prefieren lo que tienen, a medias, con tal de no arriesgar por alguien que no tenga tanto reconocimiento nacional.
Ninguno de los dos son buenos candidatos. Dejan mucho a deber, decepcionando. Los partidos no han permitido un cambio generacional de liderazgo. Veamos qué pasa en agosto en las convenciones nacionales. Aunque es poco probable que elijan a otro candidato, técnicamente es posible. Las malas noches le ocurren a todos, como dijo Obama sobre el debate, pero eso no justifica el no aspirar a más.