Política

¡Las noches de Tlatelolco y de Iguala!

La coincidencia por unos días, aunque en diferentes años, de la “Noche de Tlatelolco” con la “Noche de Iguala” no solamente son los seis días que las separan. Coinciden en los mitos creados alrededor de esos hechos que —también como coincidencia, involucró a estudiantes— envolvieron a la sociedad en una politización interesada en desvirtuar lo que realmente sucedió y quiénes fueron las víctimas reales.

La coincidencia obligada también fue culpar al Ejército mexicano como el brazo ejecutor del gobierno, en contra de una población altamente vulnerable y atractiva para distintos intereses, como lo son los estudiantes.

Pasamos del “2 de octubre no se olvida” al “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”.

Los mitos de Tlatelolco, el tiempo se encargó de olvidarlos y diferentes voces e intereses de desvirtuarlos, aunque necesariamente para quien lo recuerda, siempre estará presente el mito de la abusiva participación militar en esos hechos, ejercicio mental convertido en inercia y repetición, más que en hechos objetivos y demostrables.

Quienes produjeron el mito del 68 denunciaron hasta el cansancio la “Masacre de Tlaltelolco”, cuando en la realidad, nunca se enteraron que durante tres días después del 2 de octubre fueron entregados, por esos hechos, 38 cuerpos a sus respectivas familias. No fueron miles o cientos de masacrados esa noche por los soldados; desafortunadamente, fueron 38 personas las que perdieron la vida, de manos de agentes de la Dirección Federal de Seguridad y del Cuerpo de Granaderos del extinto Distrito Federal.

Los mitos de Iguala en lo que respecta a la participación de soldados, muchos se encargaron de crearlos, aun y a pesar de que probado está, que quienes ordenaron el secuestro de los 43 estudiantes fueron los hoy presos José Luis Abarca y su esposa María de los Ángeles Pineda, en aquel 2014, alcalde de Iguala. Los estudiantes fueron entregados por los jefes de las policías municipales de Iguala, Cocula y Huitzuco al grupo criminal Guerreros Unidos, quienes también, probado está, fueron quienes los ejecutaron y desaparecieron, calcinando los cuerpos en un basurero de Cocula, en Guerrero.

Catorce soldados que estuvieron injustamente presos por los hechos de Iguala, fueron acusados principalmente de asociación delictuosa, y cuando los demandantes se dieron cuenta de su error, los acusaron por desaparición forzada, secuestro y homicidio.

Los soldados fueron acusados de la desaparición de 20 estudiantes, con quienes esa noche tuvieron contacto tanto en la calle como en una clínica donde llevaron a un estudiante normalista herido. Esos 20 estudiantes se encuentran hoy vivos, es decir, no tenían nada que ver con los 43 desaparecidos.

Tlaltelolco e Iguala con sus malditas noches no tienen relación entre sí, debido a que Tlaltelolco fue un movimiento estudiantil mal copiado de los movimientos europeos, pero que ganó una gran influencia a nivel mundial donde la prensa internacional también se encargó de avivar el mito de la “masacre” y del abuso militar. Iguala fue un hecho relacionado directamente con la delincuencia organizada, coludida con las autoridades locales, quienes confundieron a los estudiantes con un grupo rival y de ahí su asesinato y desaparición.

Cuando hablan de miles de muertos el 2 de octubre del 68, la pregunta es dónde están las miles de familias de esos muertos y desaparecidos.

De igual manera, las únicas víctimas hoy en el tema Iguala son 43 familias, nadie más. 

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Juan Ibarrola
  • Juan Ibarrola
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  • "Columnista de seguridad y Fuerzas Armadas. Creador de @CadenaDeMando, colaborador @Milenio. Todos los sábados y lunes a las 18:00 hrs @mileniotv"
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